Miguel Ángel era un hombre religioso. Pintaba
desnudos masculinos porque veía en eso la expresión del poderío del animal
humano, capaz de acercarse a Dios y de someterse a él. El desnudo femenino le
interesaba menos. Punto.
Aclaremos, yo he pintado desnudos de toda clase.
O casi. Todos han sido válidos y muy trabajados en la historia del arte. He
pintado mujeres jóvenes y viejas, gordas y flacas. Hombres jóvenes y viejos,
gordos y flacos. Lo único que no he pintado son desnudos de niños. A Sorolla le
gustaban, Lorca García Uidobro los pinta actualmente... pero a mí nunca me
interesaron, la verdad. Después del desnudo femenino, lo que más me gusta es el
desnudo del hombre viejo (que he tenido pocas oportunidades de pintar). El
hombre joven o la mujer vieja me interesan mucho menos. ¿Por qué? Supongo que
porque, instintivamente, cualquier pintor, o escritor, o bailarín, o músico
elegirá aquello que le parezca poderoso
representar. Y el poder atlético del hombre joven no me resulta atractivo. El
poder de la mujer anciana –que, obviamente, existe—, en contraste con el de la
mujer joven, me parece opaco.
El hombre viejo sí me interesa mucho. Es el
poder físico que ya cojea, pero se afirma en el poder intelectual, en el reposo
que da el erotismo apagándose y dando lugar a algo más; algo que no se puede
transferir ni explicar. Y la mujer joven... ahí está el germen de todo lo
demás. Puede serlo todo con sólo cambiar la manera en que levanta la cabeza o
apoya (o no) los pies en el suelo. Y es bella. Y no concibo mayor poder que el
de la belleza. No es tan complicado.
¿Y no podés representar eso con la gente
vestida?
Es lo primero que me preguntan los de siempre. Esos
que creen que los cuadros de angelitos pensativos y payasos tristes son lo más
para decorar el living.
A ver cómo lo aclaramos. Yo te miro y sé que, abajo de la ropa, estás desnudo.
Estás escondiendo algo. Algo que, inevitablemente, significará algo diferente
según quién te mire. Y tengo dos opciones: o por sí mismo no significa nada, o
puede significarlo todo. Y prefiero la segunda opción. Por simple sentido
común, creo que si alguien elige la primera opción es porque no espera nada de
la vida. Y quien acepta que la segunda puede ser verdad, pero sigue mirándome
raro porque pinto desnudos, es un hipócrita que espera que el sentido de la
vida le llegue por Instagram, para olvidarse a los diez minutos. O colecciona
libros de Bucay. No sé qué es peor.
Hace más de diez años que no pinto desnudos (de
hecho, ahora estoy pintando mi primer desnudo REAL desde el 2006 o por ahí). Obvio,
las tonteras que uno hace tomando referencias de internet no cuentan. Son
simples ejercicios técnicos, de forma, de afuera.
Yo amo y respeto el desnudo. No lo encaré antes porque
no tenía los medios, la paz o el entrenamiento necesario para que valiera la
pena todo el trámite que acarrea (las fotos, las sesiones, los materiales, el
TIEMPO). Me moría de ganas. Más de diez años. Pero no es algo que se deba
encarar así nomás. Estoy convencido.
Ahora... ¿a cuántos tipos conocés que respeten
lo que aman, hasta el punto de privarse de eso por diez años, sólo por no estar a la altura? Ni el fútbol.
Aunque hay tipos que pueden hablar de eso a cualquier hora, con cualquier
excusa, con cualquier persona, la conozcan o no. Y hasta pelearse por eso. Lo más arriesgado que hacen es declararse
incondicionales del club, aunque pierda. Y lo putean, desde el que lleva las
toallas hasta el técnico, pasando por las mujeres de los jugadores, todo el
año.
Y ésas son las personas serias y decentes que
pretenden tener autoridad moral para mirarme con desconfianza porque hago lo
que hago. Porque no es serio. Son los
mismos que gritan cosas desde los autos y eso les parece lo más picante del
día.
Si no están muy ocupados en la góndola del
Wal-Mart eligiendo cuadros de negras flacas llevando jarrones en la cabeza, los
invitaría a ver alguna vez un video donde se hable de arte. O un análisis de la
obra de algún artista. Ahí están prohibidos por igual los barras bravas y los
jeropas. Pueden hacer la prueba en youtube. No falla.
(finaliza
en la próxima)